En un pueblo alejado en el departamento del Amazonas Colombia, el cual limitaba con Brasil y de cuyo nombre no me acuerdo en estos momentos, ya que este pueblo había quedado abandonado hace muchos años, debido a la violencia provocada por las Farc.
A comienzos del 1995, en un día muy común para este pueblo, realizando sus labores típicas; compras, cuidar a sus hijos, cocina, aseo, estudio; cosas típicas de familias pueblerinas.
Pero ese día no estaba hecho para ser normal ni mucho menos tranquilo.
A las doce del medio día mientras maclaw bethnow y su familia almorzaban alrededor de su mesa; media hora pasaron comiendo y conversando, sobre las novedades y acontecimientos de cada miembro de la familia; hasta que algo interrumpió la tranquilidad, rompiendo la puerta con sus grandes y negras botas del ejército, e irrumpiendo la paz con los disparos de los enormes ladrones de vida, mientras tiro tras tiro, les arrebataban la vida a todos los habitantes de esa casa.
Una hora ya había pasado y el sonido de las balas se seguían escuchando en las lejanías; solo el umbral de la oscuridad de la media noche fue la única que trajo, el silencio sepulcral, un silencio lleno de tranquilidad, un silencio solo perturbable por los sonidos del amazonas nocturna; en medio de ese desastre, creado por los ángeles armados de la muerte también llamados F.A.R.C; el joven, un joven muy asustado llamado maclaw salió de entre las ruinas.
Salió de entre las ruinas y noto el gran ambiente desolador y atemorizante, algo que lo lleno de temor e ira; por toda la habitación se veía la sangre esparcida por toda la habitación, de sus amados familiares con los que apenas hace doce horas estaba compartiendo alegremente, ahora solo puede compartir, una ausencia de vida interior; sus ojos eran como ventanas las cuales permanecían cerradas para sumergir sus sentimientos y corazón en una oscuridad, una sed de venganza crecía en el, mientras una ira desbordante invadía cada rincón de su mente, hasta que se desconecto totalmente de este mundo; el ya no veía al mundo con los mismos ojos, ahora todo el mundo su enemigo, y mejor era que se cuidase.
Decidió salir del recinto de la muerte, no sin antes hacer una oracioncita; ya afuera lo único que alumbraba era la tenue luz del alumbrado público, y en los oídos de el, solo se escuchaba el sonido de la selva; pero por contraparte en su mente retumbaban, los sonidos de miedo, desesperación y gritos de agonía, de los cuerpos muertos que se encontraban regados por las frías y oscuras calles. Con su ojos ausentes de sentimientos, vago por todo el pueblo encontrando más y mas cuerpos; sin rumbo alguno, durante horas no encontraba más que desolación y escenas de dolor, solo se encontró con un poco de alivio al encontrarse, en las entradas de la verde, brumosa y oscura selva.
Se adentro en los confines brazos oscuros, senderos de la selva. Vago días y días por toda la selva, mientras en su mente retumbaban los duros golpes del recuerdo, golpes que solo se pueden curar con una dosis de venganza, ya que el mundo lo pagaría.
Ya varios días pasó caminando, y su interior no solo tenía sed de venganza, con el pasar de los días una sed remplazo su apetito por comida, y desde ahí, la sangre y la venganza se volvieron su alimento.
Una semana ya había pasado, vagando, solo consumiendo sangre de cualquier ser que se le cruzase en el camino, matándolos de una forma tan cruel que solo un desalmado como él podía conocer.
No tuvieron que pasar muchas semanas para que las fronteras que separaban dos países, por fin fuera avistada; resguardada con decenas de soldados, los cuales al ver el deseo latente, de aquel chico con aun machas de sangre de sus víctimas, de cruzar la frontera, apuntaron a su cabeza, algo que no debieron hacer, ya que al ver esas grandes armas apuntándole recordó con gran ira, dolor y odio, los tormentoso momentos, en el que los ángeles de la muerte robaron las vidas de sus familiares y amigos en el pueblo. Su sed de venganza se disparo más que nunca y como tren descarrilado veloz y atroz, tomo uno por uno de los soldados y les destrozo el cuello y rompió una pierna, lo hizo tan rápido que las victimas no supieron que los golpeo. A pesar de sus graves heridas ninguno murió ahí, pero no podían moverse; ese era el plan de maclaw. Dejarlos vivos pero desangrando, para poder tomar su sangre fresca y verlos sufrir al tiempo, era algo que lo llenaba de placer.
Horas y horas paso saciando su sed de sangre y venganza hasta que quedo solo una gota de aquellos soldados, las cuales las guardo en una cantimplora que le robo a aquellos cadáveres, sin una sola gota de vida.
Siguió caminando hacia el país desconocido dejando atrás el resultado de su venganza.
Junio de 1995, ya meses habían pasado desde que inicio su viaje, ya este joven de 15 en noviembre 16, tenía un aspecto descuidado con sus prendas rasgadas por el paso del tiempo y su pelo enmarañado y ensangrentado, con la sangra de sus víctimas; llego a un pueblo.
Entrar en ese pueblo lo lleno de hermosos recuerdos de su vida pasada, las calles alumbradas por la luz del sol, la alegría de las personas, con esa imagen la sed de su venganza se iba reduciendo cada vez mas; hasta incluso las ventanas de sus ojos llegaban a abrirse un poco permitiendo que un haz de luz entraría, y aclarara su mente.
Solo eso fue suficiente para que el desdichado recuperara su humanidad y se diera cuenta en la situación que estaba, vago 15 minutos antes de romper en llanto, un llanto inexplicable.
Pasaba por ahí curiosamente una mujer de muy buen corazón, la cual al ver a este joven andrajoso y lo llevo a su casa, la cual no estaba muy alejada de ese lugar.
Al cruzar las puertas de esa hermosa casa, los interiores de su ser, se llenaron de luz ya que las ventanas de su alma se habían abierto, sin embargo una mitad de su corazón aun permanecía negro como la noche.
La amable señora maría, o mejor llamada como mama como maclaw. María le obsequio todo lo necesario para estar bien; ropa, comida, un techo, juguetes, amor.
El día no podía ser mejor; pero al caer la noche todo cambiaba en el interior de Maclaw, mientras la oscuridad de la noche caía sobre el pequeño pueblo una oscuridad penumbral se apoderaba del joven, haciéndole caer nuevamente en su sed de venganza y sangre, y sus ojos se ausentaron de sentimientos nuevamente y se tornaron negros. Solo un rincón, una mitad de su corazón se mantenía en luz.
Salió de la casa a paso apresurado, se adentro en la oscuridad de la media noche; caminando tranquilamente tal vez buscando una víctima no había afán claro; solo un cuarto fue necesario para que maclaw encontró a su primera víctima de la noche; que más se podía esperar que vagase a esas horas, sino una prostituta, la cual quería brindarles sus servicios, pero maclaw tenía otros planes pensó en satisfacer otro tipo de apetitos. La tomo del cuello y lo destrozo con sus mandíbulas, mientras succionaba más y más hasta que no quedo más que una sola gota, la cual termino en la cantimplora y no quedo más un cuerpo sin sangre.
El joven siguió con su camino saboreando los restos de la sangre de su víctima, hasta que al pasar de media hora, se encontró de casualidad a un borracho que vagaba por ahí, en total desequilibrio, avanzaba en el sentido contrario a maclaw, de una forma presurosa, tal vez ya sabiendo de una u otra forma el destino que le esperaba. Viendo que su potencial presa escapaba se abalanzo sobre él, tomándolo del brazo, quebrase la botella, y con ella atravesó su cuello haciendo que la sangre se drenase, y como un ebrio adicto de su sangre empezó a tomar del pico, en el cuello de la botella, bebió y bebió, y solo paro hasta que no quedaba más que una sola gota la cual guardo en la cantimplora.
Duro así, vagando y matando hasta las cuatro de la mañana. Y volvió a casa con pasos no muy presurosos, solo caminaba por su mente solo cruzaba el deseo de llegar a casa y ningún otro deseo cruzaba por su mente ni ninguno pasaba por su cuerpo, se hallaba saciado.
Al llegar a casa solo fue a su habitación y como si nada hubiera pasado se recostó y se dispuso a dormir, aunque sean solo unas pocas horas, sería suficiente para él además su alma se encontraba ya saciada no necesitaba mucho.
Un haz de luz lo recibió al abrir sus ojos, ojos que presentaban la inocencia y la humanidad típicos de este chico, sin siquiera verse al espejo, se despojo de sus prendas y tomo una ducha para llenarse de vitalidad nuevamente con unos cuantos chorros de agua fría.
Bajo presuroso con su madre putativa, la cual lo esperaba con un gran desayuno y un brillo en los ojos característicos. Mientras que al otro lado de ese comedor había un televisor el cual presentaba noticias de último minuto.
ü “Se encuentran 20 personas muertas. Algunas mutiladas pero todas con una característica en particular todos se encuentran sin una sola gota de sangre. Esto es una masacre horrible cruel y espeluznante, así que recomendamos tengan cuidado en las noches”. Eso fue lo que salió de la televisión.
Maclaw y María tuvieron una expresión y terror a la vez. Algo irónico sabiendo quien era el protagonista de tal macabra matanza.
Pero al parecer maclaw no recordaba nada, ya que de día tiene un almo y de noche otra. Un alma que deslumbra con el sol mismo, en el día, y una alma que oscuridad creaba en medio de la umbra de media noche.
ü “La policía se encuentra muy confundido sobre los hechos”; “la situación es muy complicada y confusa, es algo muy grave el asesinato de 20 personas en una misma noche, y lo más confuso aun y a la vez mas macabro el hecho de que todas las victimas técnicamente presentaran, la misma características ninguno de esos hombres y mujeres tenía una sola gota de sangre” esas fueron de uno de los miembros de la policía, “El que el o los asesinos, o cualquier criatura del infierno, haya cometido sus planes con tanta uniformidad, nos da la idea de que hubo la participación de una misma organización””.
Especulaciones van, especulaciones vienen; pero solo un maldito ser de dos caras, cometió ese atroz acto.
No es algo de lo que debamos preocuparnos dijo al aire, “no estaría muy seguro” respondió a la vez que se retiraba a la escuela.
Que irritantemente Irónico es el bipolarismo presente en este chico, Debido quizá a su necesidad, de consumir la sangre de inocentes, para saciar y apaciguar su venganza, la cual quemaba su alma, oscura como la noche, y aparecía en esta. Pero mientras el sol se posaba, sobre sus cabezas su alma se aclaraba llenándose de claridad y amor hacia su madre, tal vez porque siente lo que ahora no pudiera sentir con su familia ya muerta; el amor, la alegría la expectativa de un día; todo esto había llegado junto con María.
Dia tras Dia, semana tras semana; ya que el sol había pasado miles de veces sobre sus cabezas, seguían pasando por la televisión, las asombrosas y despiadadas imágenes, de personas; mutiladas, decapitadas algunas hasta agonizantes las cuales llegaban a susurrar pocas silabas, antes de que el inevitable y largo sueño se los llevara por siempre. A pesar, que el bajo volumen que este emitía, algo logro escucharse, “Es un chico, con tez de papel, y solo resaltaba su camisa impregnada de un rojo característico, muy parecido al rojo de sus ojos, ojos impregnados de sangre”. Eso fue lo que salió de la boca del moribundo antes de que lo poco que le quedaba, por sus profundas pero cuidadosas heridas.
Toques de queda se habían hecho para evitar al intruso ladrón de vidas y de sangres las casas habían sido selladas para que ningún intruso entrara.
Noche tras noche la gente permanecía encerraba en sus casas, ni siquiera se atrevían a ver hacia afuera. Noche tras noche las calles desoladas, no había un alma, solo el alma oscura de Maclaw Bethnow es la que vaga buscando alimento, pero no encontró a nadie, y así noche tras noche, el alma oscura junto a su pequeño corazón iluminado. Se debilitaron, y su vida se fue extinguiendo.
Hasta que un día en su último paseo, se desplomo en la plaza central, a la vez que de su interior brotaron todas los gritos de agonía de todas las almas tomadas por el, como pago a su venganza, la oscuridad también se vio expulsada, así quedando solo el pequeño rastro de luz en su corazón, la cual se expandió para rápido desvanecerse, cual estrella moribunda…