Con
la Honestidad y Claridad que identifican fácilmente, cada rincón de mi ser,
empezare de una forma u otra a contarle, señor juez que está a punto de
condenarme, bajo cargos totalmente absurdos, ya que según el testimonio propio
que daré a continuación se probara muy claramente mi inocencia; ya sabrá usted
que lo que le digo son más que palabras, ciertamente en aquella ocasión me
encontraba poseído, poseído por un demonio, si eso es lo que era un demonio, metamórfico
el cual me enloquecía pero es mejor que no de rodeos.
Era
una noche lúgubre, y tenebrosa cuando, montado en mi caballo, iba yo cabalgando
a paso lento, mientras disfrutaba del paisaje, disfrutaba de la nada; ya me
estaba aproximando a aquel pueblo, es pueblo cuyo nombre, yo, y todos
desconocíamos, si ese pueblo maldito que no se puede nombrar, y mucho menos se
pueden pisar sus tierras; pero no podía evitarlo, eran unos terribles nervios,
un maldito presentimiento acompañado de una presencia, que me seguía paso a
paso mientras cabalgaba a mi caballo, indeciso de si o si no, pero aun si poder
hacer nada. Ya yo me encontraba a las entradas de este, pueblo muerto, como
pude contemplar, en su ambiente completamente, tétrico, donde la mayor parte de
mi vista era acaparada por, un color negro interminable, a excepción de unos
pocas maravillas amarillas de Edison que a pesar de estar rotas, iluminaban
cual viva señal, un sendero, un gris sendero, solo decorado por un pequeño
rastro de liquido rojo, típico rastro que dejan las victimas de ciertos
facinerosos; castigadlos Dios, castigadlos, me dije mientras, continuaba con mi
camino, y como retumbar del cielo a los pasos de mi caballo, truenos, sin
rayos, y agua sin lluvia, ya sabía yo
que era una mala señal a la cual atención no le cuide.
En
medio de la noche, en medio del silencio solo interrumpido por el bullicio que
provocaba en mi cabeza, ese ente que se aproximaba tras de mi, viéndome
observándome y analizándome, yo solo podía seguir, continuar, mientras sentía
como me observaba, quemándome y perforándome con esos ojos que no podía ver,
con esas manos que no podía sentir, ya que solo lastimaban mi alma y mi ser. Ya
cansado de aquella presencia, baje con paso apresurado de mi caballo y entrando
a la primera casa, que se cruzo por mi vista, pero ya era demasiado tarde, eso
me alcanzo y me poseyó, creo yo, aclaro, ya que hay me desmalle.
Ya
de día era, cuando me desperté, y contemple sorprendido, que las dimensiones de
la casa no eran como me las había imaginado, no parecía ser siquiera, esa
antigua casa fea, que había visto, aunque sea por unos segundos antes de entrar.
Decidí aventurarme a explorar el lugar, para ver que secretos, se ocultaban;
todo transcurría en silencio, caminando yo como una sombra por el lugar, cuando
algo verdaderamente me saco de lugar, escuche voces, voces y pasos que muy
cerca de mí se encontraban, eran unas voces de mujeres, pero aun así no eran
las voces, sino el porqué estaban ahí en ese lugar en ese momento, ese pueblo
que había sido dominado por demonios, y tal vez eran esos mismo los que querían
jugar con migo; pero empujado por mi
alma inquieta, llena de sed por saber que misterio se ocultaba; decidí seguir
las angelicales voces, que me llevaron al balcón del caserón. Y ahí en ese
mismo instante contemple a dos adorables criaturas llenas de juventud, una visión
angelical de una muy hermosa dama,
rubia, a la cual la luz la rodeaba formando en ella un encanto; y a la otra más
bien de porte gitano y serio, mientras que a ella un halo de oscuridad la
arropaba, y contrastaba con el de su amiga, decidí a acercarme, claramente una
acción imprudente, pero tenía que averiguar qué pasaba; paso a paso que daba
por el largo balcón, se fueron haciendo más tenebrosos uno a uno, que yo iba
dando, el ambiente, más oscuro se tornaba, aunque el sol sobre nuestras cabezas
estaba, mas frio se sentía, aunque en medio de verano nos encontráramos; hasta
que de pronto aquella muchacha se desplomo, justo cuando estaba lo
suficientemente para retenerla en mis brazos, mientras mis ojos veían
sorprendidos, a aquella del porte gitano; viéndome sin ninguna sospecha de
nerviosismo, esos ojos tan directos tan cortantes como la más afilada de las
navajas, me perforaban cada rincón del alma y el cuerpo, y viéndola creía que
estaba volviéndome loco, su cara deformada, cada vez más fea pareciéndose a la
de un demonio, en ese momento no se que me sucedió, que salte al vacio, algo
durante ese instante me poseyó, y caí, fue la caída mas larga; cuando a punto
de tocar el suelo estaba, este se desmorono, y caí mas y mas sin encontrar un
fondo. Pareciera que no iba a acabar nunca, hasta que con un gran grito que
salió de lo más profundo de mi pecho, me desperté, mientras tirado estaba en
medio de las sombras de un sótano, en la cual la penumbra relucía y la luz
oscurecía.
En
esos momentos, si que verdaderamente no entendía nada; desde que mis ojos
abiertos se encontraban, pude contemplar en medio de la oscuridad de un sótano,
eso es claramente imposible para un hombre, pude contemplar además, mi
inferioridad en tamaño, con respecto a otras cosas, creo que eso ya era motivo
suficiente para morir de miedo, pero no solo eso era lo que pasaba, casi me da
un ataque al corazón, cuando descubrí mi condición momentánea de cuadrúpedo;
solo salí corriendo, para tratar de dejar mis nervios atrás de mi; velozmente
subí por las escaleras, hasta que unos brazos me recibieron, ignorando toda la
agilidad, aquel ser extraño me tomo, y con una ira intensa, ato una soga
alrededor de mi cuello; pensaba, porque, porque lo haces yo no he hecho nada,
maldito hombre o demonio porque disfrutas con mi sufrimiento; mas mis suplicas
no eran entendible, solo eran grandes maullidos, que salían a cada instante de
mi boca, pero no alcanzo suplica, ni arrebato de locura, porque termine por el
cuello y la soga en un árbol; larga fue mi agonía, horas y horas, dure
luchando, con el dolor en mi garganta, y en mi pecho, preguntándome a cada
instante porque no puedo morir ya, hasta que mis ojos se encontraron, y el
dolor no se sintió mas; solo una lagrima en mi peludo rostro. Me sentí dormir;
no pudiendo hacer más, bajo esa sensación me deje arropar.
Ocurrió,
de nuevo, volví a abrir los ojos; empiezo a sospechar que esos no son más que
sueños demasiados realistas, dolorosos; tal vez este lo sea, así que le seguiré
la corriente a ver qué pasa, me dije en ese momento; absolutamente había
perdido el control total de todas las extremidades de mi cuerpo, mis pulmones
se sienten devastados, y mi cerebro y cabeza están a punto de estallar; me veo
rodeado varias personas, tienen un porte serio, pero que a la vez inspira
confianza, parecen ser doctores, dije para mis adentros. Cuando salió de mi
boca, “que me pasa”; todos voltearon con gran sorpresa, y empezaron a
murmurarse cosas, solo llegue a escuchar parte de la conversación.
ü Cuanto
le Queda al señor Valdemar
ü No
mucho lastimosamente, Solo le daré hasta las doce.
ü Bueno
faltan 4 horas, usted cree que el doctor, P…; llegue.
ü Ha
de llegar, si quiere conseguir su experimento.
En
ese mismo instante, irrumpió en la puerta, un hombre joven, que por alguna
razón me inspiro gran confianza, no sé que me ocurría, pero estaba dispuesto a
cooperar, tal vez me quería ayudar.
Podemos
empezar, dijo este, que me imagino que será el doctor P…; empezó a hacer
movimientos extraños, con las manos, supongo que trataba de hacerme entrar en
un trance hipnótico, y resulto muy bien; ya que caí en un sueño profundo, pero
no igual que los otros, esta vez no había nuevo despertar, solo tranquilidad y
paz. A las doce calcularía yo; me había despertado de tal longevo sueño, me
fuera de mi, ya había muerto, o al menos el cuerpo que había habitado; en ese
estado no me puede mover por ni por días, ni por semanas, pasaron siete meses;
en el cual contemple como trataban de despertar el cuerpo, y en un instante se
convertía en una masa liquida, algo nunca antes visto por mí.
Ya
tenía cuerpo nuevamente, un cuerpo de hombre no habían mas sorpresas esta vez,
podría ser esto verdad, o al menos algo maravilloso; me encontré con una mujer
muy hermosa parecía ser mi esposa, lo supuse por lo confiada que exponía su
desnudez ante mi; esto era otro sueño, pero me agradaba; yo era un alcohólico,
y un arrogante a más no poder, la ira se apoderaba de mi como un demonio y el
alcohol aumentaba su poder; mi mujer, un día de esos, me pidió ayuda con unos
leños, por lo que había que bajar al sótano, íbamos bajando, hasta que ese
maldito gato, el cual era mi portador anteriormente, casi me hace caer por las
escaleras; en esos momentos mi furia fue tal que tome un hacha, y la blandí sin
más objetivo que el gato, pero mi furia me cegó, el hacha callo en cabeza de mi
amada; en ese instante caí desmayado. Cuando desperté, fui llevado ante usted,
para “rendir cuentas a la justicia”.
Lo
ve señor juez, lo comprende usted en este instante, las circunstancias que se
dieron, el maldito demonio que me cegó y engaño, esas muertes de la que me
acusan no son mi responsabilidad; ya lo ve no soy un psicópata, es solo ese
maldito que me quiere enloquecer encerrándome en un mundo de sueños.
ü Sabes
que te creo
ü E…
en serio señor me cree, no cree que estoy loco
ü Claro
que le creo, porque yo sé exactamente quién es ese demonio.
ü O, no
me diga que usted también lo afecto, también lo quiere volver loco!
ü Claro
que no; ese demonio, soy yo. Y este solo es el principio, bajo mi poder estas
ahora; DULCES SUEÑOS.